sábado, 30 de noviembre de 2013

Un recuerdo de la infancia


Deseo que no sea así, pero si no reaccionamos, para los de mi generación todo se convertirá en un dulce recuerdo de infancia, de temprana juventud, tal vez una ensoñación. Mi piel se ruboriza por ver cómo se olvidan los logros que consiguieron muchos de nuestros padres, aquellos que se atrevieron a rebelarse contra lo que se consideraba el orden, aquellos que leyeron y escucharon lo prohibido, que sufrieron la censura, la violencia y la represión de un régimen dictatorial en un país que fue aislado del progreso. Fueron ellos los que pasaron días, meses, años en la cárcel, luchando por nuestros derechos, los que escuchaban a cantautores que hablaban de libertad sin ira, de la necesidad de una lluvia que cayera del cielo a cántaros, que renovara y dejara ver los cimientos de la democracia.
Ahora, volvemos a esas formas de represión social, de censura de pensamiento y de acción. Los poderosos luchan contra la posibilidad de revolución y de conciencia, escudándose tras unas reformas llamadas de "seguridad ciudadana", que se traducen en cuantiosas multas que penan los actos "delictivos" de personas que quieren recuperar lo que tantos hemos perdido: oportunidades, la casa, el trabajo, el derecho a la salud y educación...
Mientras, los  representantes de lo homologado protagonizan el reciente anuncio de la Lotería navideña nacional, lo más rancio y comercial de nuestro país, estandartes del conformismo social, del orden... Qué habrá sido de aquellos cantautores... Feliz Navidad.

lunes, 25 de noviembre de 2013

¡Qué coincidencia!


¡Qué coincidencia!, ¿no? Siempre las mujeres. Sin distinción entre cultura o religión. Nuestra intrahistoria, como a ella haría referencia el agónico Unamuno, está llena de mujeres que hacen "sus labores", que cumplen con la heredada tradición. Sin embargo, algunas, no pocas, entran, de un modo espantoso, en los anales de la considerada Historia oficial, publicada en periódicos y en noticias televisadas o radiadas, como víctimas de la denominada violencia de género.
Este sábado estuve viendo un documental sobre las costumbres de la etnia gitana, y más exactamente sobre el matrimonio entre miembros de la misma. En el programa, por supuesto, se dedicaba especial atención a la conocida prueba del pañuelo y la valoración de dicha demostración por las mujeres gitanas. Ellas, orgullosas, declaraban que era parte de su cultura, que ellas no eran como las demás, ellas llegaban vírgenes al matrimonio y su marido nunca podría echarles nada en cara, "su hombre" nunca podría sentirse minusvalorado, porque ella solo lo conocía a él, solo pensaba en él, ¿no?, ¿ellas no eran como las demás? Pues en mi opinión, se parecen demasiado a las demás, a muchas mujeres que en diferentes culturas tienen que dar pruebas de que no provocan, de que son puras, de que no tienen ojos más que para él. Pensemos por ejemplo en las mujeres musulmanas, condenadas a llevar velo, a tapar incluso su mirada para no encelar a su dueño, privadas de voz y fuerza de acción. No obstante, no es necesario irse muy lejos, porque en el mundo civilizado aún sige vigente, tanto en la mente de los hombres como en la de las mujeres, el hecho de que nosotras tenemos que ser portadoras de una reputación, como estandartes de nuestra honra, que mantenga en sosiego las dudas de él. Muchas se sienten orgullosas, tal y como actúan las jóvenes vírgenes gitanas, de que tanto él como su entorno no las califiquen como "fáciles", de que sean "diferentes".
No somos diferentes, somos las mismas, somos nosotras, sometidas.
Libérate contra la violencia de género hoy, 25 de noviemmbre de 2013, y siempre.

jueves, 21 de noviembre de 2013

No al silencio


En esta profesión cada vez vale menos la pena quedarse callado”. Jordi Évole. . . .y en todos los demás momentos y ocasiones que nos regala la vida.
Estas son las palabras que pronunció Jordi Évole al recibir el premio Ondas, ayer por la noche. El profesional periodista declaraba el alto valor de la palabra tanto en su trabajo, como en el resto de ámbitos de la vida... cuando como dijo el poeta Blas de Otero "solo nos queda la palabra". Sin embargo, en contraposición a esta arenga nos encontramos con instituciones y presonalidades que intentan censurar nuestra participación, que intentan ahogar nuestra voz y fuerza. Así, por ejemplo, el gobierno cree necesaria una reforma de la ley de huelga, le llaman de regulación de servicios mínimos,  que logrará ensordecer el efecto de un derecho constitucional. Asimismo, hallamos numerosos casos en los que se opta por ignorar la voz del ciudadano, destacando de una manera sobresaliente al ministro de Educación, que tras numerosas protestas del sector educativo, no se plantea la dimisión, y eso "que era tan humilde" el ínclito personajillo. También encontramos este acto de voluntario autismo ante "la palabra del pueblo", en las atroces consecuencias del franquismo, cuyas víctimas son tratadas con desprecio a pesar de que solo reclaman respeto y rehabilitación para sus muertos que, sin duda, son nuestros muertos, son todos los muertos, todas las víctimas de la vesania del odio y el rencor.
Por último, como si de una mafia se tratara, hallamos verdaderos ajustes de cuentas, mientras presuntos ladrones y corruptos se mantienen en el poder, ya sea a la sombra o a plena luz sinvergüenza, veamos a Camps y sus conmilitones de las Cortes valencianas, hay gente honrada que opta por no callar, por investigar, y son literalmente eliminadas, como pudiera ser el caso el reciente cese de una inspectora de Hacienda o la constante persecución del juez Garzón. No obstante, tenemos el derecho de hablar y si insistimos nos oirán, si nos unimos en solidaridad lograremos acallarlos.