martes, 20 de agosto de 2013

Cuerpos bellos


Ayer, sentada en la silla de todos los veranos, ya un poco cascada del uso, asolada y enrojecida por el ajetreo de la mar que la empapa cada año, estaba leyendo un artículo de esas revistas de estío, destinadas a jóvenes y maduras mujeres de la vida contemporánea, con muchas preocupaciones acerca del amor y su sujeción, del sexo y su sujeción, de las nuevas tecnologías y su sujeción, por poner algún ejemplo; revistas que a veces caen en curiosas manos de hombres que ríen y juzgan las informaciones desveladas y vendidas como secretas y novedosas de un mundo que a ellos se les presenta diferente y en ocasiones inaccesible, o eso dicen.
El caso es que el artículo en sí era un testimonio de una joven que decía que su chico se cuidaba más que ella. El novio de María se pasa horas frente al espejo, se aplica sus cremas, no trasnocha, no bebe, la observa y no prueba bocado en los restaurantes. La chica cuenta en primer lugar cómo comenzó su historia de amor. Un día recibió un mensaje de él por facebook, por aquel entonces, ella desconocía la existencia de su futura media naranja. Se conoce que él en un momento ocioso de su seguramente ajetreada vida encontró a la mujer de su vida, guapa y de Valencia, condiciones sine quibus non, en una foto de la conocida red social. Al deslumbrante hombre se le ocurrió, después de dicho descubrimiento un ingenioso comentario, al que creo no dedicara mucho tiempo a redactar ni pensar: "Con lo guapa que eres, me resulta extraño que no tengas más amistades masculinas". Pero lo más curioso de todo es que a ella le hizo gracia, quedaron y se enamoraron. Esperen a juzgar, hay más.
Por otro lado, los hábitos de el chico en cuestión, Juan, son muy saludables, tiene mucha voluntad y desde que vive en Madrid viaja todos los meses a Valencia a que su entrenador le diseñe la tabla de ejercicios y alimentos que debe seguir para conservar sus abdominales, esas abdominales que observa cuando su novia le pregunta por qué no come con ella en los restaurantes, ellas lo apartan de la tentación.
Por último, pero sin desperdicio alguno, tenemos las razones que María tiene para admirar y amar a su Juan, al que cada día comprende mejor. Ella sabe que a él le gustan las mujeres como ella, ni llamativas ni extravagantes; que si engorda, él la ayudará a adelgazar;  y no menos importante, que él no convivirá con alguien que no le agrade físicamente ni se sentirá feliz si el reflejo del espejo no le devuelve la belleza que él espera.
María ansía agradar a Juan, hasta el punto de volverse un Eco ante la exigencia de Narciso. Ella debe continuar siendo una mujer no muy llamativa, pero lo suficientemente guapa para no ser descartada. Asimismo, siempre recordará con gran intensidad los requiebros amorosos rendidos por él, cómo fue elegida entre otras por no tener demasiadas amistades masculinas... Por su pureza y castidad cual dama que espera, que habría pasado a ser inválida si la mácula se hubiera expuesto ante los ojos de los apuestos hombres dispuestos a arder de amor por ella.

1 comentario:

  1. A veces la densidad resalta cierta sensación de asfixia que agota. Tal vez convendría aligerar el peso de la prueba para intentar que resulte más digerible, más efectiva. . . Tal vez convendría frecuentar la escritura más a diario para no sentirse abocada/o a decirlo todo en un solo artículo.
    En todo caso vale recordar que "es bueno que nos pille la inspiración trabajando" ANTONIO

    ResponderEliminar