viernes, 17 de mayo de 2013

Una España ejemplar


Hace dos días leí la noticia de que el mejor físico de Europa no ha sido reconocido en su nativa patria española. Este lamentable suceso me llevó a pensar en la analogía que presenté a mis alumnos hace un par de años. Explicaba, como es ampliamente aceptado, que el Barroco se desarrolló en una época de crisis durante la cual el Imperio español cayó en terrible desgracia, mientras los intelectuales españoles, iluminados por su ingenio y profunda desolación por su amada nación, alcanzaban punto excelso en la expresión de los vicios sociales de aquella España. Atrevidamente, o eso pensé en aquel entonces, les invité a comparar dicha época con su contemporánea. Parece ser que estos jóvenes no tendrán que imaginarse qué es estar en crisis, ni los sentimientos de inestabilidad, inquietud y desolación que provoca. En aquella época, también se procedió a la expulsión de los moriscos que bien podrían nuestros inmigrantes, totalmente desprotegidos por la sanidad del Estado, abandonados a su suerte para que vayan desapareciendo. El periodo también presentó una gestión económica lastimosa, pues todas las riquezas amerindias se invirtieron en guerras, que bien podrían ser también estos bancos que el gobierno está intentando salvar mientras siguen sangrando al personal menos afortunado que se embarcó en el lance de las hipotecas. Luego podemos añadir la apariencia recargada y la ostentación de la realeza que también nos podría recordar a los lujos que se permiten nuestros gobernantes con el dinero público, no privándose de festines, carruajes, digo vehículos de primera gama, etc. A su misma vez, el clero aumentó, ya se sabe que la Iglesia tiene que estar presente para ampararnos en los momentos difíciles, qué sería de nosotros sin la inspiradora ideología del obispo Rouco y sus camaradas que tanto están haciendo por detener esta situación y ayudar a los desalojados, por poner un ejemplo. A todo ello podemos añadir que se fue forjando una ideología, que el trabajo no tenía valor y de ahí el desarrollo de dos tipos que seguramente hayan estudiado mis lectores en sus años mozos, el hidalgo ocioso y el pícaro. No tengo muy claro quién encarna estos papeles hoy en día, pero así nos encontramos los españoles vagando por el mundo, porque somos aventureros, en busca de un amo al que servir para poder vivir de algo.
Quizás deberíamos hacer como el licenciado Vidriera, personaje cervantino embrujado, que sentenciaba a todos los miembros de la sociedad, y sin que sorprenda, aunque públicamente loco, desprendía lucidez, destapando la necedad humana.

3 comentarios:

  1. Te vas superando, la corrupción ha venido a sustituir en peor a los pícaros de la literatura, así como la clase privilegiada, acomodada, insensible y cruel también ha sustituida a la hidalguía parásita.
    Me encanta tu atrevimiento para tratar un tema peliagudo. Adelante ¡compañera! y cada día lo harás mejor. ANTONIO

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  2. De acuerdo con Antonio, atrevida, cr'itica y acertada. Me encanta. Sigue as'i. Moni

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  3. ¡¡¡Directa al grano!!! Y eso sin contar la gran similitud aparente de las dos fotografías (pelo larguito, barba desaliñada,...), cuando en realidad muestran las dos caras de la moneda.

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